FIESTAS Y CELEBRACIONES

La fiesta del Día del Niño no es originaria de Los Barrios. La trajo consigo a la localidad el muy recordado Padre Juan José Olite, que ejerció su ministerio sacerdotal en el pueblo junto al Padre Félix Tamayo en la década de los 70 del pasado siglo XX. Los organizadores de esta celebración en la Villa pertenecían al colectivo parroquial de la Iglesia de San Isidro Labrador y en la actualidad continúa siendo así. El Padre Juan José quiso dar vitalidad al por aquel entonces pequeño pueblo de Los Barrios poniendo en marcha la experiencia, muy similar a otra que tenía lugar en la localidad navarra de la que él procedía. La idea gozó desde el principio de una excelente acogida y acabó convirtiéndose en poco tiempo en uno de los más importantes eventos del calendario festivo barreño. Desde sus comienzos, la fiesta, además de estar concebida para despertar ilusión y alegría en los más pequeños, tuvo también carácter reivindicativo y sirvió para demandar mejoras en una población que en aquellos años sufría muchas carencias en educación, sanidad e infraestructuras. El Padre Olite también había traído consigo a Los Barrios los afanes renovadores y progresistas que el Concilio Vaticano II había trasladado al seno de la Iglesia Católica durante el papado de Juan XXIII, cuando la dictadura todavía emitía sus últimos estertores, pero en España ya empezaban a soplar vientos de cambio y libertad, y contó con la colaboración y la complicidad de una comunidad de jóvenes maestros recién afincados en la localidad y muchas personas vinculadas con el entorno parroquial. Ese carácter reivindicativo inicial seguiría manteniéndose en los años posteriores, una vez instaurada la democracia y llegados los avances de la modernidad, para abogar por valores universales como la paz, el amor y la solidaridad. La cita se celebra el primer viernes y el primer sábado de octubre. El viernes se comienza por la tarde con “la gran pitada”. Niños y niñas salen a las calles con silbatos y lanzando caramelos y, al término de su recorrido, disfrutan de una merienda con zumos y bizcochos en la céntrica Plaza de la Iglesia. El sábado, la jornada arranca muy temprano, a las 7 de la mañana, con el rezo de una oración, también en la Plaza de la Iglesia, y el posterior pasacalles de los más pequeños por el casco urbano de la villa, acompañados de cánticos que forman parte de la memoria de todos los barreños y en las que se ensalzan la amistad, la paz, los derechos humanos y el amor, entre otros valores Ese mismo día, por la tarde, se lleva a cabo el gran desfile de disfraces, que, partiendo desde la barriada de El Palmarillo, a la altura de donde se encuentra el Bar Sevilla en la avenida Juan Rodríguez, recorre diferentes calles del pueblo entre retozos, piruetas y reparto de caramelos, con banda sonora y grupos de animación El fin de la fiesta tiene como escenario, de nuevo, la Plaza de la Iglesia, con muchos juegos y otras actividades.