ruta arqueológica

Las primeras huellas de ocupación humana del territorio que en la actualidad forma parte del término de Los Barrios datan del Paleolítico Inferior, cuando grupos de cazadores recolectores prehistóricos frecuentaban las orillas del río Palmones y dejaron en diversos lugares de sus inmediaciones claros testimonios de su presencia, fundamentalmente herramientas de piedra. De este período se han realizado excavaciones arqueológicas en las zonas de El Chaparral, el Lazareto y Las Haciendas.

De momentos prehistóricos posteriores los hallazgos son menores, pero hay indicios de presencia neolítica y calcolítica en algunos enclaves, aunque el yacimiento arqueológico más importante de la Prehistoria reciente, situado en el Palmar del Cortijo Grande, que data de finales de la Edad del Bronce. En ese emplazamiento fueron excavados en la década de los 90 del pasado siglo XX algunos fondos de cabaña con materiales tartésicos, junto a los cuales aparecieron también restos cerámicos fenicios fechados en el siglo VIII a. C.

De la Antigüedad se conocen en Los Barrios varios lugares con presencia romana, repartidos por todo el casco urbano y relacionados todos ellos con antiguos caminos que luego se convirtieron en vías pecuarias actuales. Se han estudiado restos de asentamientos rurales tipo “villae” en el Parque Betty Molesworth, el Callejón de la Barca, El Chaparral y Santa Mónica, aunque el más importante de todos es la villa del Ringo Rango, excavada a finales de la década de los 90 por un equipo de la Universidad de Cádiz.

En cuanto al período de la Edad Media, tenemos la certeza de la presencia musulmana en el territorio y también de la existencia de un asentamiento en el solar del actual casco urbano, concretamente en el barrio de la localidad que fuera denominado de la Alcaría, entre la calle La Cruz y el antiguo mercado de abastos, probablemente desde antes del siglo XIV.

Desde esas fechas se tienen noticias sobre caseríos y cortijos, alrededor de los cuales se refugió parte de la población exiliada que huyó de Gibraltar en 1704. El núcleo más importante de estos refugiados se asentó en torno a la antigua Ermita de San Isidro Labrador, perteneciente al cortijo de “Tinoco”, sobre lo que hoy es la Plaza de San Isidro, al lado del edificio Pósito.